Nadie conocía la palabra coronavirus ni lo que implicaba hasta hace unos meses. El coronavirus es un subtipo de virus que para su supervivencia necesita invadir células de organismos vivos. En este caso, uno de los portadores típicos es el murciélago, aunque en el caso del inicio de la pandemia de COVID-19 parece remontarse a un mercado de pescado en Wuhan, China.
Lo que se produjo fue una zoonosis algo que se da en raras ocasiones, pero que ya ocurrió con el síndrome de las “vacas locas” o la gripe aviar. Es decir, la transmisión de un virus de un animal a la especie humana. El virus está constituido por ARN y para su supervivencia es fundamental la infección de nuevas células en las que se reproduce y sobrevive. En este caso, el coronavirus COVID-19 se extiende a través del contagio entre personas.
Vivir en un mundo hiperconectado es una fortaleza de nuestra sociedad, pero en esta ocasión se ha revelado como una debilidad. Estamos asistiendo a un fenómeno de contagio masivo facilitado por el rápido desplazamiento de ciudadanos entre países y continentes, que hace posible que el virus se extienda por el mundo a gran velocidad y en poco tiempo. Sin embargo, los grupos de riesgo siguen siendo los mismos que una gripe común, y su sintomatología es también bastante similar.
En paralelo a las medidas que se han adoptado para limitar el movimiento de personas entre países y promover el “distanciamiento social”, los investigadores han comenzado también a hacer sus deberes.
Uno de los primeros pasos ha sido la secuenciación del virus. Es decir, leer cada una de las letras de las que está compuesto el ARN del virus. Este primer avance ha sido fundamental en la investigación de posibles vacunas, así como en el rastreo mutagénico del coronavirus. Entre las técnicas de detección utilizadas destaca la RT-PCR (reacción en cadena de la polimerasa en transcriptasa inversa). Muchas de las pruebas diagnósticas, realizadas por laboratorios de todo el mundo, utilizan esta técnica. La amplificación exponencial mediante PCR en transcripción inversa supone una técnica altamente sensible, que puede detectar un número de copias de ARN. Como el virus se compone de ARN, de éste modo se detecta la posible carga viral.
¿Cómo está reaccionando la tecnología a la pandemia?
Una de las iniciativas más relevantes, especialmente en el caso de Corea del Sur, ha sido el desarrollo de apps de autodiagnóstico que tratan de evitar el colapso hospitalario. Además, existen plataformas, como la desarrollada por la universidad John Hopkins (EEUU), en las que se puede seguir la expansión de la pandemia casi en tiempo real[1]. Otro proyecto genético con gran impacto es NextStrain.org, que nació para rastrear el potencial mutagénico del virus y monitorizar las mutaciones desde su origen. Son precisamente estas mutaciones las que abren la puerta a los re-contagios.
La vacuna también está en camino, más de 70 proyectos de investigación en todo el mundo, promovidos por organizaciones públicas, privadas o filantrópicas2, están arrimando el hombro, pero no se espera que las primeras vacunas estén disponibles antes de un año.
Este momento único en nuestra historia quedará marcado en nuestro ADN, como ya sucedió con otras pandemias[2]. Pero de la misma forma que la especie humana se sobrepuso a las anteriores epidemias, derrotará también al coronavirus Covid19.
[1] https://www.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6
[2] https://www.geneticlifehacks.com/viral-immunity-coronavirus-flu-and-more/